Dominicana ha estado inmersa en campañas políticas consecutivas desde hace veinte años. Específicamente desde 1996, año en que se instauró la separación de las elecciones presidenciales y congresuales, los dominicanos no hemos podido descansar de las constantes campañas políticas y el inmenso ruido que eso conlleva, sin mencionar el hecho de que en la televisión hay que soportar a los llamados "bocinas" de los partidos políticos que aparecen conduciendo programas supuestamente de comentarios y en realidad son simples "politicuchos" que se alquilan a la propaganda política que les paga sus servicios. Uno suspira esperanzado cada vez que llegan estos tiempos en que se elegirá al presidente y demás cargos políticos de nuestro país, entonces creemos que descansaremos por un tiempo, claro, luego del respectivo "pataleo" de los perdedores y las respuestas festivas de los ganadores. Los pasados cuatro años fueron algo traumáticos en ese sentido, porque no hubo tregua con el ruido de la campaña. A pesar de haberles concedidos seis años consecutivos al congreso actual, también a los alcaldes, para poder unificar de nuevo las elecciones congresuales y presidencial, no hubo tregua porque el presidente Danilo comenzó temprano sus preparativos para prolongar su estadía en el palacio y desde el comienzo de su gestión gubernamental se observaron "simpatizantes" listos a presionar para que se modificara la constitución de República Dominicana para que Medina pudiera presentarse de nuevo a las elecciones. Aquí estamos, en el tramo final, listos a elegir al presidente, congresistas, alcaldes, regidores, y sobre todo un merecido descanso de las campañas políticas. ¿Sucederá de verdad o estaremos pidiendo demasiado?
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