Anoche me fui a la cama teniendo muy presente que hoy sería el día de los Reyes Magos, día que celebramos para rememorar la visitas de los magos al pesebre del nacimiento del niño Jesús. El silencio que reinaba esta mañana al despertarme contrastaba abismalmente con el bullicio interminable que caracterizaba al día de reyes en tiempos de mi infancia. Antes los niños se levantaban a las seis de la mañana a buscar sus regalos y ya a las siete estaban compartiendo y jugando con los vecinos o haciendo bulla con las sirenas de los carritos de bomberos y/o de policías, silbatos, bicicletas, skateboards, o jugando pelota (con guantes y bates nuevos) o a los indios y los vaqueros. Las niñas montaban patines, jugaban Jacks, ping pong, muñecas, juegos de cocina y moda o estrenaban vestidos y zapatos nuevos… ¿Cuándo fue que todo cambió?
Hoy en día los adultos prematuros entre tres y doce años de edad quieren celulares, computadoras, play station, nintendo, equipos de música o un televisor plasma de alta definición, preferiblemente para tenerlos en su habitación y no compartirlo con persona alguna. ¡Qué cosa!
Antes, cuando creíamos en los reyes (y Santa Claus era sólo un personaje ficticio de las películas gringas), teníamos que buscar hierba para los camellos de Melchor, Gaspar y Baltasar, también colocar una vasija con agua para que los camellos bebieran, par de refrescos, galletas y mentas verdes o de frutas para los reyes y hasta uno o dos cigarrillos (eso dependía si el padrino o madrina fumaba, je, je) y colocar todo eso en orden en una esquina de sala para que los reyes lo encontraran con facilidad a su llegada. Hoy en día los demandantes y liberales cogobernantes de los hogares modernos (entiéndase niños del siglo XXI) nos exigen la marca y modelo de los regalos que desean y nos dicen en cual tienda los están vendiendo para que no digamos que no los encontramos, no aceptan excusas de que no hay dinero porque te mandan a pagar con la tarjeta de crédito o que ordenes todo vía Internet. ¡Jesús sacramentado!
No se para ahí la cosa. Antes el regalo de reyes era un premio a los niños que se habían portado bien durante todo el año, hoy día los niños más tremendos y perturbadores de la paz son los que reciben más regalos a ver si permiten a los padres descansar de sus travesuras por lo menos dos o tres días en lo que se les pasa la fiebre del juguete nuevo.
Por último, cuando nuestros padres tenían tiempo de jugar con nosotros, lanzarnos la pelota o enseñarnos a montar bicicleta era el más preciado de todos los regalos ¡no nos cambiábamos por nadie! Hoy en día los niños exigen privacidad e independencia y no desean ser interrumpidos cuando juegan, so pena de sentirse irrespetados en sus derechos personales. ¡Válgame Dios!
En definitiva, hoy no es ayer, como dice una canción de Anthony Ríos, y no sé cuál de los dos tiempos puede considerarse mejor para el pleno desarrollo de los niños pero, si me preguntan, prefiero, y doy gracias a Dios de haberlo vivido, el tiempo de antes. ¡Qué buena infancia la que nos tocó!
Feliz día de Reyes.
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