Se armó el alboroto con las declaraciones de Almagro pidiéndoles disculpas a los dominicanos por la OEA haber respaldado la invasión Yanqui a Santo Domingo en 1965. Lo hizo porque varias entidades lo solicitaron la vez que vino la comisión de ellos dizque a evaluar la situación con los haitianos que se quieren mudar todos para Dominicana, porque ellos no tienen país y los países ricos no quieren ayudarlos a construir uno. Los dominicanos no podemos andar perdiendo tanto tiempo en situaciones como esas. Ni la O.E.A. tiene tanta importancia como para que le quite el sueño a nadie ni mucho menos la tiene Almagro, que ha metido tantas veces la pata y el cuerpo entero con sus desacertadas declaraciones sobre el tema Dominicano y la migración haitiana. Importa poco lo que él diga o deje de decir, hasta que esa institución no trabaje y haga algo que valga la pena no hay que invertir tiempo en hacerle caso. Son demasiados los casos que han ocurrido y constantemente ocurren en el continente americano sin que la famosa Organización de Estados Americanos haya hecho ni siquiera un pronunciamiento al respecto y mucho menos tomar algún tipo de acción. Lo que Almagro y la OEA tienen que hacer es comenzar a organizar a Haití: primero que doten de papeles de identidad a sus ciudadanos, tal y como hicimos los dominicanos en el plan de regularización. Si necesitan ayuda que suelten el dinero que nosotros les ayudamos, pero, no con labia y muela, que de eso estamos cansados y con los políticos dominicanos nos basta y sobra. Que inviertan el dinero que hace falta para dar ese primer paso. Luego, que inicien una campaña de reconstrucción en Haití, así le dan trabajo a todos los haitianos que tanto lo necesitan y de paso que se queden por allá trabajando aunque sea de aquí al año 3000. Tercero, que implementen organizaciones que orienten una economía estable en Haití, que les enseñen a organizarse y a liberarse de los esclavistas que los tienen subyugados desde los tiempos de papa Doc. Y por último, que reforesten esa tierra tan árida y seca en que han convertido los haitianos a su país. Con esos cuatro pasos, entonces podemos hacerle caso a la OEA y a la ONU y a cualquiera que quiera trabajar con los haitianos. Si quieren que ni nos avisen, que se muden con ellos allá en Haití y nos dejen seguir nuestro desarrollo. Mientras no hagan nada de eso… no le hagan tanto caso a Almagro.
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