Un asunto o inconveniente que ocurre de repente tiende a convertirse en un verdadero enredo la primera vez. Sólo la primera vez. Si ocurre una segunda o tercera vez ya uno tiene que haber tomado previsiones al respecto y saber exactamente lo que debe hacerse para que el asunto quede resuelto. El gobierno haitiano y la clase dominante de ese país ha querido ejercer presión sobre el gobierno dominicano, intentando lograr lo que ellos y algunas potencias mundiales se han propuesto, unificar la isla en una sola nación, algo en lo que nosotros, el pueblo dominicano, no estamos en lo más mínimo interesados. Uno de los intentos de presión que ejercen los haitianos es la veda o prohibición del ingreso hacia su país de productos fabricados en suelo dominicano. Lo han hecho ya tantas veces que parece excesivamente ridículo que lo sigan haciendo, pero, parece que los comerciantes dominicanos no quieren aprender y prefieren continuar sometiéndose al relajo haitiano en vez de buscar, de una vez y por todas, otros destinos hacia donde exportar nuestros productos que tienen tanta calidad que es imposible no encontrar mercado internacional para los mismos. Escuché a uno de dichos comerciantes decir que los costos de transporte para sus mercancías son menos costosos por suelo que por aire o por mar. ¡Descubrió el agua tibia! Ni siquiera imagino que motivo lo impulsa a emitir tales declaraciones en televisión nacional. ¡Tremendo manganzón! Si hubiera sido yo uno de esos comerciantes dominicanos cuyos productos han sido vedados más de una vez por el gobierno haitiano, me habría dedicado inmediatamente a buscar otros mercados. Un transporte más costoso sólo significa un producto que incrementa su precio de venta y aún si tengo que obtener menos ganancia, me evitaría el tener que lidiar con un inconveniente recurrente como el negociar con un gobierno fallido que sólo busca continuar explotando a su pueblo, como lo es el gobierno haitiano. Después de todo, los haitianos necesitan lo que aquí se produce, porque, lamentablemente, ellos carecen de lo indispensable para producir todos esos productos y les tomaría mucho tiempo el organizarse para hacerlo, si quisieran realmente hacerlo, lo cual dudo, porque a los ricos comerciantes y gobernantes en Haití sólo les interesa mantener el desorden y el caos en ese pobre país. Los comerciantes dominicanos tienen que hacerse respetar y buscar otros clientes en el ámbito mundial, mientras tanto, pueden siempre tener más consideración para con sus compatriotas quisqueyanos y vender más bárato para que vendan más y compensen las posibles pérdidas que el relajo haitiano pudiera acarrearles. Si no hacen el intento por hallar otros mercados es porque ellos también quieren ser parte de ese relajo.
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