miércoles, 2 de septiembre de 2015

Limpiemos la televisión dominicana.

El dominicano debe saber que tiene un poder en el control remoto de la televisión. Si dejamos de sintonizar esos programas huecos, sin contenido ni fundamento, tarde o temprano tendrán que desaparecer, porque nadie los verá. Muchos ignoran que cada vez que sintonizan un programa de radio o televisión están contribuyendo a elevar el nivel de teleaudiencia que dicho programa tiene. Es lo que llaman el rating o reitin, como se pronuncia. Esos niveles son medidos y fruto de esa medición es que los anunciantes y patrocinadores deciden en que tipo de programas conviene invertir su dinero. Hay gente que opina y opina pero no lo hace con sinceridad sino en busca de sus intereses económicos. La mayoría de esas bocinas políticas que vemos en televisión son de ese tipo de gente. Que sólo piensan en un plato de comida para ellos y nunca se detienen a pensar que es lo mejor que pueden hacer por el bien de la humanidad. Actúan como si no supiéramos todos que ellos responden a un patrón que les paga para que emitan sus opiniones acorde a lo que el patrón quiere que diga. La prensa dominicana no puede catalogarse como un cuarto poder de nuestra sociedad, ese lugar está ocupado por el dinero, porque quedan muy pocos periodistas independientes y con un criterio propio y personal. La inmensa mayoría son esclavos del capitalismo que les paga para que no piensen y solamente repitan lo que se les ordena cuan loros amaestrados. Antes sentíamos confianza y admiración por el trabajo de los periodistas dominicanos. Hoy nada de eso existe, tan sólo somos testigos de un pobre periodismo repetido y comprado. Periodistas que se venden al mejor postor, eso es lo que más abunda en esta mi nación. ¡Sálvese quien pueda! Mientras tanto, si no encuentra un programa que brinde algún tipo de provecho a la humanidad ni a la nación… mejor apague el televisor.

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