República Dominicana es gobernada
por tres poderes: Ejecutivo, el presidente electo y sus ministros; Judicial, la
Suprema Corte de justicia y todo el engranaje jurídico que de esta depende; y
Legislativo, el Congreso Nacional compuesto por el Senado y la cámara de
diputados. Es así en el papel, según nuestra constitución.
El presidente de la República es
electo por un periodo de cuatro años, tiempo este en el cual debe gobernar
nuestra nación de acuerdo a los mejores intereses del pueblo dominicano. No
obstante, en Dominicana los presidentes están más comprometidos con el partido
al cual pertenecen y que les ha servido de plataforma para llegar al poder, que
con el pueblo directamente. Así, vemos que en las funciones públicas no son
nombrados los mejores dominicanos sino que hay que designar a los compañeros de
partido, no importa su preparación, porque estos hicieron campaña a favor y en
nombre de su partido.
Lo mismo ocurre con el poder
legislativo. Los senadores y diputados están encomendados por el pueblo para
que los represente, cada uno de ellos representa, supuestamente, una demarcación
geográfica, pero continuamente vemos casos en los cuales estos aprueban leyes
sin leer su contenido, la mayoría de las veces porque son ordenados a hacerlo
desde la cúpula de su partido y otras veces por quien sabe cuales extrañas
razones.
El poder judicial es otro poder
extraño que tenemos en Dominicana. La mayoría de los jueces no reciben el
sueldo que les permitiría vivir honrosamente dedicados a sus funciones. Han
existido muchos casos de jueces que han renunciado por no ganar suficiente para
vivir adecuadamente y en otros casos son destituidos de sus cargos por haber
sucumbido a la nefasta tentaxión de la corrupción. El presupuesto del poder
legislativo es asignado por el poder ejecutivo, lo cual realmente lo deja
siendo un poder sin total independencia.
En resumen, República Dominicana
es gobernada por la clase política que ostente el poder en un periodo
determinado. Lamentablemente ni siquiera son los hombres mejores preparados de
nuestra nación, sino que son solamente
aquellos que dedican su tiempo de vida a la eterna campaña política que existe
en nuestra nación y a favor de un partido político determinado.
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