domingo, 18 de septiembre de 2011

Fernando Arturo de Meriño.

Monseñor Fernando  Arturo de Meriño. Vació en Antoncí, Yamasá el 9 de enero de 1833-murió en Santo Domingo el 20 de agosto 1906.Sacerdote, maestro, escritor, catedrático universitario, diputado y presidente de la República Dominicana 1880-1882.

En1865 con motivo del Ascenso al poder ejecutivo dominicano de Buenaventura Báez, le tocó al locuaz e intachable Fernando Arturo de Meriño dar un discurso frente al recién electo presidente. Aquí les comparto dos fragmentos del mismo.   

"Gobernar un país, vos lo sabéis, ciudadano Presidente, es servir sus intereses con rectitud y fidelidad, hacer que la ley impere igualmente sobre todos los ciudadanos, no disimulando jamás la impunidad del crimen, ni consintiendo el ultraje de la virtud; infundir un respeto profundo a la propiedad, afianzando el amor al trabajo con todas las garantías posibles; favorecer la difusión de las ciencias para que el pueblo se ilustre, y conociendo sus deberes y derechos, no dé cabida a las perniciosas influencias de los enemigos del orden y de la prosperidad; cimentar en bases sólidas la paz interior y exterior para facilitar el ensanche del comercio, de la industria y de todos los elementos de público bienestar; esforzarse, en fin, en que la moralidad, que es savia de vida de todas las instituciones, eche hondas raíces en el corazón de los ciudadanos, para que de este modo el progreso sea una verdad, y se ame la paz, y se respeten las leyes y las autoridades, y la libertad se mantenga en el orden. "

Y luego en el mismo discurso añadió:

 

 

"Los buenos patriotas, los hombres de principios, los ciudadanos todos que desean y son los únicos que pueden dar estabilidad al poder están siempre dispuestos a prestar sus servicios a los gobiernos progresistas y liberales, a los gobiernos verdaderamente nacionales. Ellos sólo les niegan su apoyo y le dejan a merced de sus contrarios, cuando les ven posponer los intereses  públicos a los privados, cuando comprenden que el despotismo ha ahuyentado la justicia del solio del poder cuando, en fin, en vez del mandatario elegido para labrar la felicidad del pueblo, se descubre en la silla presidencial al tirano sanguinario, al inepto y perjudicial gobernante, o al especulador audaz que amontona colosal fortuna, usurpando las riquezas que el pueblo le confiara para que le diese paz, libertad y progreso. "

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