Asuntos tan difíciles de entender para algunos y sumamente fáciles para otros, están sucediendo a diario en la sociedad mundial. Bélgica, para mí era un ejemplo a seguir en cuanto a civilización se refiere, dejó establecida la ley de eutanasia infantil luego de doce años de deliberaciones y disputas al respecto en todos los ámbitos de la sociedad belga. Pueden ponerle el nombre que deseen, es una ejecución, un asesinato, el quitar la vida a un niño inocente, dizque porque él y sus padres están de acuerdo en que es lo mejor para la niña o el niño, dizque porque su enfermedad es incurable y el dolor que esta causa es insoportable. Como si los belgas no supieran que los avances científicos de la medicina moderna: células madres, genoma humano, entre otros, permiten hoy en día hallar solución a la mayoría de los males del ser humano y que existen tantas maneras distintas de aliviar el dolor de aquellos que sufren. Es todo cuestión de no invertir dinero en la infancia enferma, es eso y nada más.
El presidente de la asociación "Derecho a morir", el belga Marc Van Hoey,celebró la ratificación de la ley de eutanasia infantil y lamentó que los representantes de la cámara de diputados hayan dejado fuera la eutanasia para los casos de demencia senil. Es decir, él pretende que los ancianos que sufran de demencia también sean ejecutados. Como si las personas fueran pañuelos desechables. Es obvio que sus intenciones, y las de sus cómplices, son el deshacerse de las personas que le hacen gastar dinero y consumen su energía. Así de simple.
Eso es Bélgica. Lo que yo entendía era ejemplo de civilización. Este es nuestro mundo, donde cada día parece que las cosas tienen la indolencia y el amor por el dinero como las principales soluciones a nuestros dilemas.
¡Qué mundazo nos gastamos!
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