Los temas de
interés en nuestra nación vienen y van con el viento. No importa cuan serio sea
el tema o cuanto supuesto interés despierte en la población, al pasar los días
nadie lo mencionará más. Los once niños que fallecieron el pasado fin de semana
en el hospital infantil Robert Reid Cabral no serán la excepción. Ahora vemos
la prensa alarmada, la fiscal inicia una investigación, todos los programas de
panel tienen una opinión que emitir al respecto, bla, bla, bla. Esa es una
situación que ha estado ahí presente por años, la última vez que los hospitales
públicos dominicanos funcionaban adecuadamente fue durante los gobiernos del
dr. Joaquín Balaguer, y eso para nadie es un secreto. De hecho fue la directora
del Robert Reid, dra. Rosa Nieves Paulino, quien dijo a la prensa que las muertes de
infantes en dicho hospital son más frecuentes de lo que el público se entera.
Los hospitales dominicanos no son lugares que brindan un buen servicio de salud
al ciudadano común, por eso las clínicas privadas están siempre llenas de
pacientes, porque nadie confía en los hospitales y cuando una persona decide ir
a chequearse a un hospital público es porque no le queda otra opción. Claro,
hay hospitales como la Plaza de la Salud, que trabaja bajo la dirección de un
patronato y realmente opera más cerca del sistema de clínica privada que de formato
de hospital público, allí se recibe un servicio aceptable siempre y cuando
usted pueda costearlo.
Los niños del
Robert Reid llegan allí desde los extractos sociales menos privilegiados de
nuestra nación, nuestro sistema de salud pública no funciona correctamente y,
por más que nos duela decirlo, esas cosas no se arreglan con prensa ni buenas
intenciones. Hay que desmantelar el sistema completo y empezar una nueva forma
de administrar salud. Quiera Dios que tomemos conciencia en torno a la salud de
nuestra nación, que los peledeístas algún día lo comprendan, quiera Dios que
así sea.
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