Bancas de apuestas relacionadas a estafa multimillonaria internacional.

¿Qué tienen en común las bancas de apuestas: Naco sport, Merengue sport, Virgilio sport y Bancas Vilorio? Aparte, claro está, de que todas se dedican al negocio de los juegos de azar, las cuatro están relacionadas con un expediente que está conociendo la Corte Superior de justicia de Ontario, Canadá con respecto a una estafa hecha al multimillonario inversionista Michael DeGroote, quien afirma haber puesto en manos de sus socios: Andrew Bajak, Francesco y Antonio Carbone, la suma de US$ 111,924,208, con el fin de invertirlos en casinos y otros negocios de juegos de azar en Jamaica y República Dominicana, pero, a la fecha no ha recibido más que cerca del diez por ciento de lo invertido. La página web de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), verificada por el periódico Listín Diario, muestra que en el país existen más de 30 mil de esos negocitos que venden apuestas y loterías. Y yo me pregunto: ¿Por qué no legislamos para que ya no se abran más de estos negocios? Ese es un vicio igual que cualquier otro y nuestras autoridades deben proteger a la sociedad de la proliferación de este tipo de pestes. ¡Ah! Pero no es tan fácil. Imagínense que el señor Virgilio Merán, diputado de la provincia Santo Domingo, es dueño de 31 bancas Virgilio sport. Digo, esas son las que aparecen a su nombre en la citada fuente, porque de esa marca son muchísimas más. ¿Quién podrá defendernos? También deberían legislar para que los legisladores no puedan ser dueños de lugares donde se venda corrupción, pues eso es un claro conflicto de intereses.

Yo sí me alegro que a Michael DeGroote le haya ido mal en el negocito y que se sepa en el mundo entero, a ver si dejamos de tener tantos inversionistas en negocios de corrupción que luego se llevan el dinero de los dominicanos a sus respectivas naciones. No entiendo porqué los dominicanos siguen regalando su dinero a quienes tienen tanto, cuando hay tantas instituciones benéficas que necesitan más apoyo económico. Si quieren botar el dinero, regálenlo a esas instituciones. ¡Oh, pero bueno!