Una de las razones que hace más difícil el establecimiento de un sistema que verdaderamente funcione en la República Dominicana es que aquí todo el mundo quiere hacer las cosas a su manera. Roberto Rosario no es la excepción. Se entiende que él quiera sentar las bases para que lo de la cédula nueva entre en vigencia de forma definitiva, pero de ahí a él querer establecer leyes que deroguen otras leyes… así no son las cosas. Por eso el diputado Gustavo Sánchez ha expresado que la vigencia de la cédula amarilla, o cédula vieja, es de diez años a partir de su expedición y vence en la fecha de cumpleaños del titular de la misma, según establece la ley 26-01. Sánchez agregó que está pidiendo la intervención del pleno de la cámara de diputados para dejar sin efecto esa medida de Rosario que declara sin validez la cédula amarilla. Y yo me voy más lejos, si Roberto Rosario sabe que debido a la designación del Tribunal Superior Electoral como único organismo competente para fallar acerca de las rectificaciones de las actas del estado civil, y que a partir de entonces ha habido un estancamiento en los casos que sobre ese tema se han apoderado al TSE, es casi como una rabieta infantil poco pensada eso de declarar inválida la cédula amarilla, cuando muchísimos dominicanos tienen casos pendientes de fallos que les imposibilitan el obtener la dichosa cédula nueva. Esto no es cuestión de hacerlo de prisa sino de hacerlo bien.
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