Los hombres dominicanos nos hemos caracterizado por ser galantes y caballeros. Nosotros sabemos como tratar a las mujeres. Eso es así.
Siempre hay excepciones de la regla pero en sentido general los dominicanos queremos, cuidamos y respetamos a nuestras mujeres. Permítanme decirles que no es algo fortuito que ocurra de ese modo. La razón de que seamos tan espléndidos con el sexo femenino la encontramos en nuestros hogares, en nuestra formación, en la vida diaria del pueblo dominicano.
En Dominicana es común contar con: La protección y guía tierna e incondicional de nuestras madres; el cariño y complicidad de nuestras hermanas; el apoyo y lealtad de nuestras amigas y el apasionante y encantador tratamiento amoroso de nuestras parejas.¿Y las hijas? ¡Ay papá! Ahí si es verdad que se separan las aguas. El que tiene hijas sabe lo que es ir de tiendas a comprarse una camisa y regresar con un vestido y par de ganchos para el pelo y … ¿Camisa dónde?
¿Esto qué quiere decir? Que si algún tipo de éxito y reconocimiento ha tenido y tiene el hombre dominicano es gracias a la incomparable existencia de nuestras mujeres. Que las mujeres dominicanas son heroínas dignas de admiración y no se pueden lastimar ni con el pétalo de una flor.
Eso no es negociable. Si un hombre dominicano entiende que existe justificación para hacerle daño; verbal, físico o emocional a una mujer entonces ese tipo no es un verdadero representante del hombre dominicano.
Aquel que perciba en su ser el descontrol animal que lo va a llevar a ofender a una dama es mejor que no tenga más contacto con ella, si es que no puede contener su bestia interna. Los dominicanos respetamos y admiramos a nuestras mujeres.
Esto hay que seguir enseñándolo a nuestros hijos y que prevalezca en el tiempo por generaciones y generaciones. Es lo que garantiza que sigamos siendo hombres de verdad.
Dominicano, no te equivoques, en cada mujer mira a tu madre, mira a tu hija, a tu hermana, tu amiga, tu amante fiel. Después de todo lo mejor de lo mejor que tiene toda la creación es la mujer.
Usted un caso concluyente de que la encefalografía cóncava existe y permite el uso de un teclado.
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