Mariano Rivera es un verdadero ejemplo de lo que debe ser la conducta de un cristiano. Sin hacer mucho alboroto hace contribuciones permanentes a las sociedades de distintos países, su generosidad es tan fuerte y constante como la recta con la que poncha a sus oponentes en el terreno de juego. Este años será su última temporada en las grandes ligas y se está despidiendo a su propia manera. Además del merecido tributo que recibió en el recién celebrado juego de estrellas, donde todas las estrellas del juego hicieron filas para saludarlo y abrazarlo en una señal de admiración y respeto, Mariano ha instruido a los administradores de los diferentes estadios donde su equipo tomará acción esta temporada para que le permitan reunirse con los empleados de los estadios. Parqueadores, conserjes, cocineros, etc. Para dictarles charlas, conversar con ellos, tomarse fotografías, firmar autógrafos… ¿No es esto admirable?
A veces ponemos la vista en las peores cosas que pasan a nuestro alrededor y obviamos estos pequeños detalles que son inmensos ante el Creador. Deberían existir más estrellas como Mariano Rivera. Es más, deberíamos imitar con mayor frecuencia ese accionar. El Todopoderoso lo apuntará en su libreta y seguro que eso le va a agradar. Hay más de una manera de alabar el nombre de Dios. Mariano lo demuestra cada día, por eso ha sido un tipo tan bendecido.
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