Escuchar la noticia de que el presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata decidió apoyar a Hipólito Mejía podría ser simplemente otra alianza más si dicho presidente no se llamara Hatuey De Camps. Es la verdad, no importa cuanto pueda uno simpatizar o no con la candidatura de Hipólito, lo cierto es que Hatuey fortalece la posición del PRD.
No es sólo que sea el político que más conoce las bases del partido blanco por su larga trayectoria en el mismo, es también que el hombre conoce a la sociedad dominicana como si fuera su propia casa. Nadie en República Dominicana tiene más experiencia política y gubernamental unidas que Hatuey De Camps, ni siquiera el presidente actual de nuestra nación quien salió de ningún lado a gobernar el país en 1996. Cuando eso ya Hatuey tenía más de treinta años de experiencia ocupando cargos en el gobierno, ya fuera por elección o por nombramiento, dirigiendo al PRD, y hasta como líder estudiantil en sus tiempos de uasdiano.
De inmediato sus rivales del PLD dieron declaraciones de que eso no significaba cosa alguna en materia electoral. Y entonces ¿para qué Danilo insistió tanto en que quería el apoyo de Hatuey? Seguro que para matar el tiempo y nada más.
El caso es que hago una comparación mental y metafórica del regreso de Hatuey a su gente del PRD, aunque advirtió que su partido seguirá siendo el PRSD, y comparo el regreso del cacique Hatuey con las aguas del lago Enriquillo. Sí, escuchar que Hatuey volvió al PRD, aunque sea temporalmente, es como si me dijeran que las aguas del lago Enriquillo han vuelto a la normalidad que se conociía hace unos años atrás. Hatuey debe brindar a los perredeístas una tranquilidad y estabilidad política semejante a la que los habitantes de los contornos del lago Enriquillo sentirían si sus aguas volvieran a su posición anterior. Y eso debe preocupar a sus rivales, aunque ellos nunca lo admitan.
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