Carezco de datos suficientes para emitir una opinión definitiva sobre la construcción de la carretera que habría de comunicar a Santiago y el cibao con San Juan de la Maguana y el sur. Precisamente esas son las cosas que no me agradan de la forma en que se construye en nuestra nación. Por un lado escucho a ecologistas advertir del daño que significaría atravesar la cordillera central, desestabilizar la flora y fauna de la región, además de los cientos de millones de pesos que cuesta la obra, este último punto es siempre preocupante, por eso de la corrupción. Dicen un presupuesto al público y luego se incremente una y otra vez y al final es con nuestro dinero que se está construyendo.
De otro lado se escucha a empresarios y otras personas hablando de los múltiples beneficios que dicha obra representaría para esas regiones. A mí lo que me gustaría es que algo tan serio estuviera abierto a discusiones públicas, en televisión nacional, que hablen los expertos en economía y ecología y de todas las ramas científicas que fueran necesarias, no sólo defensores del gobierno sino verdaderos científicos, y que nos expliquen detalladamente lo que van a hacer con nuestro dinero, los daños reales que pueden causarse con esa carretera y los posibles beneficios que la misma podría brindar. Un debate público de dos o tres días o el tiempo que sea suficiente para agotar los temas pertinentes. Luego del debate, todos los dominicanos podríamos fijar una posición sobre el tema en cuestión, pero no a la carrera, como si de ello dependiera la vida de alguien.
Así a primera vista, no creo que a Santiago le traiga muchos beneficios la construcción de esa carretera, pero reitero que sin estudios científicos ni debates públicos nada es seguro.
Esa es la diferencia entre naciones civilizadas y el subdesarrollo, en las primeras hay que rendir cuentas del erario público y en las otras el dinero del pueblo se lo reparten los políticos de turno en el gobierno. Uno nunca sabe a ciencia cierta si una obra tan costosa es para el bien de la nación o para aumentar la cuenta bancaria de los políticos gobernantes. He ahí el dilema.
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