El cierre de las oficinas u oficialías de la J.C.E. en el extranjero es un insulto a nuestros compatriotas que residen en esos países. Alegar que dicho cierre es por falta de presupuesto no es más que un chantaje barato de Roberto Rosario para que le sean asignados más fondos a la J.C.E. Si alguien merece respeto en todo este asunto es el ciudadano dominicano que vive lejos de su tierra y aún así está interesado en mantener contacto permanente con sus raíces. Escuché a un representante de una institución llamada Casa Dominicana en Filadelfia, decir que ellos, los dominicanos que viven En Estados Unidos, pagan 25 dólares norteamericanos cada vez que obtienen una cédula de identidad y un acta de nacimiento (porque no pueden sacar la primera sin la otra). Es decir que no es un servicio gratuito que se les da a nuestros compatriotas.
Si es por presupuesto, mejor que retiren toda esa publicidad de la televisión, que eso a nadie interesa. Fueron 20 millones de pesos dominicanos los que la J.C.E. gastó el pasado trimestre pagando esa publicidad inservible. Porque si usted me dice que nos están informando de algo útil como la implementación de una nueva ley, las ventajas del ciudadano al declarar a tiempo a sus hijos, o cualquier información o educación ciudadana de importancia. Pero nada de eso se ve por TV en los anuncios de la J.C.E.
A los dominicanos ausentes hay que apoyarlos en todo lo que se pueda desde su nación. Bastante provecho saca la economía dominicana a las remesas que nuestros compatriotas envían a sus familiares en nuestra isla. Sin contar las cuantiosas inversiones que de ellos y a través de ellos recibe nuestra tierra.
Somos los ciudadanos los que pagamos estas instituciones y es a nosotros a quienes estas deben servirnos. Donde quiera que haya un dominicano, debe ser apoyado por el gobierno dominicano.
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