El sistema policial dominicano, si puede llamarse sistema, es obsoleto, arcaico y desfasado. No puede hablarse de reformarlo, no señor, eso hay que desaparecerlo, esfumarlo, desvanecerlo… bo-rrar-lo. Crear un verdadero y nuevo sistema policial dominicano, pero algo bien elaborado.
Para eso hay que invertir dinero. Lo primero que yo haría sería nombrar un Ministro de Seguridad Nacional, quien se encargaría de coordinar la creación y ejecución de la nueva Policía Dominicana, y la Autoridad Metropolitana de Transporte. Iniciaría un proceso de descentralización de la policía, estoy hablando de la creación de 50 nuevos destacamentos policiales en toda la geografía nacional, cada uno responsable exclusivamente de su sector o región, cada uno con un personal de entre 200 a 300 agentes policiales: 1 capitán, 5 tenientes, 10 sargentos, y el resto rasos y cabos. Eso nada más son 15 mil miembros, súmele 2 mil otros miembros que trabajarán directamente con el Ministro de Seguridad Nacional en labores de asistencia, coordinación y supervisión de dichos destacamentos.
Seguiría con la contratación de nuevos agentes policiales que cumplan con el primer requisito de poseer un título universitario, que sean capaces de aprobar un riguroso examen psicológico, que posean excelente salud para ser entrenados en las técnicas modernas de capacitación policial empleadas en las sociedades civilizadas. Un individuo de esas características debe devengar un salario mínimo que ronde los 15 mil pesos, siendo recluta de nuevo ingreso, e ir incrementando dicho salario con el rango y las especialidades.
Si uno hace un ejercicio matemático sencillo, sin esforzarse mucho, podríamos decir que se invertiría alrededor de 4 millones de pesos mensuales por cada destacamento. Multiplicándolo por 50 serían 200 millones mensuales, multiplicado por doce meses arrojarían un resultado de 2400 millones de pesos anuales. Súmele otros 200 millones por concepto de los gastos nominales y administrativos del Ministerio de Seguridad Nacional, serían 2600 millones de pesos anuales.
Esa inversión garantizaría un retorno en el capital de inversionistas nacionales y extranjeros atraídos y confiados en el clima de seguridad generado por el nuevo sistema. Hasta el ciudadano común pagaría con gusto todos los impuestos que el gobierno nos cobra.
Para ejecutar un plan de esa naturaleza hay que tener buena voluntad para servir y proteger al pueblo, hay que tener un cerebro en buen funcionamiento y sobre todo hay que tener agallas.
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